viernes, 1 de diciembre de 2006

Daniel Cerpa

He recibido la muy mala noticia de la quema de alrededor de 1200 ejemplares de nuestra flamante nueva biblioteca, abierta sólo hace algunos días, inaugurada con toda la pompa, agregando nueva tecnología a la ya arcaica forma de prestamos que poseíamos. El horror me inundó, ¿cómo alguien puede llevar a cabo tan descabellado acto? Más aun, cuando el esfuerzo está a la vista, una biblioteca que se demoró varios años en ser construida. Personalmente no pude acceder a muchos de los libros por que el material estaba guardado en algún punto de Santiago. Una biblioteca que significó muchos malos ratos a nosotros "la comunidad" a pesar que iba a demorar poco tiempo y significó a la larga que accediéramos a otras bibliotecas, a otras universidades para consultar el material que requeríamos. Pero eso ahora no vale la pena nombrarlo, como abusar de las circunstancias terribles que nos aquejan para referirnos a esta demora, como usar este hecho que le recuerda a la comunidad que los problemas vienen de antes y que no son sólo efectos de la violencia, si no que nos vemos sujetos a problemas hace años. Para el caso esos libros no los podré ver más por que yacen carbonizadas por una protesta iniciada por sujetos que han sido tachados de bárbaros, ágrafos y otros epítetos más.

No es de extrañar que uno de los primeros en levantar el dedo haya sido el "académico" Matus, en un correo masiva que me llegó, quien ha tomado como su plataforma el atacar a estos grupos, que durante su gestión de director de asuntos estudiantiles no haya hecho más que atacar a todo grupo que planteara la dignidad y la cordura, no cumpliendo con sus funciones como director. Me molesta que sea él quien se levante una vez más, en la medida que no ha prestado apoyo a las iniciativas estudiantiles más que desde su escritorio, o sea, no haciendo nada, pero luego llenándose la boca de haber ayudado. Resulta hilarante que este "académico" justifique los actos de violencia en los que él participó, sobre la base de un contexto histórico determinado, y ahora ataque la violencia en sí, a pesar de las muestras constantes que la violencia es una problemática instalada, pero no por una "minoría dictatorial" si no por profundas contradicciones que se manifiestan en cada una de las situaciones en la que nos vemos envuelto, y no faltarán aquellos que quieran simplificar todo, y colgarse de tan deleznable hecho, generalizando y anatematizando a todo el movimiento popular chileno que en la actualidad lucha por sus reivindicaciones sociales; habrá muchos que hablaran de causas perdidas, de grupos radicales, o incluso, como ya ha salido en algunos matutinos, lisa y llanamente que "todos" estos grupo son terrorista.

Sin mencionar a ese grupo, que amparados por las políticas de un personaje siniestro como Matus, achacarán toda la responsabilidad a las instancias de representación de los estudiantes, quienes, dicen, avalarían estos actos de violencia, aprovechando la coyuntura para poder desarticular una forma de representación que tanto nos ha costado construir luego de un proceso serio e informado, donde el estudiantado en pleno se manifestó, que anuló las prácticas irregulares que conllevaba la estructura de centro de estudiantes. No es necesario que en esta misiva recordemos el problema de arqueo de caja que hubo con el último centro de estudiante, dirigido por un personaje que ni siquiera vale la pena mencionar, que ayudó o apuró el cambio de estructura.

Como ven, este hecho dará para mucho, saltarán los neuróticos de siempre, surgirán las propuestas de acciones "en contra" de todo aquel que plantee una forma de lucha fuera de los cánones institucionales, y no faltará el académico irresponsable que llamará a los estudiantes, como ya una vez lo hizo, a exponerse en sus personas en una acción directa patética y peligrosa, que no mide las consecuencias que tendrá en quienes participen de ella. Con todo habrá muchas vociferaciones, alegatos y propuesta de soluciones, pero ninguna de ellas se plantea de manera correcta en el conflicto.

Lo primero que es necesario decir es, una vez más, que esta acción supera todas las posibilidades de comprensión, es efectivamente un ataque absurdo y extremo a nuestra calidad académica, a nuestro patrimonio, y por lo mismo debe ser repudiado en todas sus formas, aquel grupo atacó a una unidad académica que por su cualidad, forma justamente a aquellos estudiantes que están preocupados intelectualmente sobre las problemáticas del chile actual, que busca construir el relato sobre nuestro pasado para develar su sustrato real, en esta facultad se forman aquellos que más allá de buscar un ascenso en su calidad de vida por medio de la obtención de un título que les entregue grandes dividendos, están comprometidos (en lo general) con las desigualdades existentes en un país como el nuestro, en las injusticias expresadas por cada una de las causas sociales, o por lo menos así debería ser por nuestra composición interna.

Pero es preocupante, a pesar de lo antes dicho, que la comunidad no expresa su interés abiertamente por estos temas, sino todo lo contrario, es reacio a cualquier forma de participación alternativa, desconfía de todos los grupos sociales ajenos a su calidad de intelectualidad progresista, y en los hechos, da la espalda a los movimiento sociales, quedándose sólo en la realización de uno que otro seminario donde se revisan los problemas de tal o cual grupo. Como ejemplo tenemos la situación generada por el movimiento iniciado por los estudiantes secundarios, que tuvo escaso o nulo apoyo en nuestra comunidad, y es más, cuando éstos vinieron a solicitar el apoyo mientras eran perseguidos por las fuerzas policiales, la antigua decana les abrió una puerta para que ingresaran al campus, y los compelía a que salieran por la otra, donde eran esperado por el carro policial que los llevó (gratuitamente como pedían en sus reivindicaciones) al cuartel policial más cercano. Ejemplos hay muchos, excepciones pocas.

Por otro lado, cuando ocurren estos hecho sólo ahí se habla, de nuevo, de la comunidad universitaria, se apela a ésta en las situaciones límites, peor aún, se le llama o convoca cuando un interesado necesita obtener algo concreto y especifico, y no se cultiva a diario, propendiendo al desarrollo de relaciones armónicas, participación horizontal y construcción de propuestas en conjunto. Para mí es claro que en la medida que exista una comunidad activa al interior de la facultad, del campus y la universidad situaciones como estas podrían evitarse, pero lo más importante, es que efectivamente se construya esta comunidad, independiente de la coyuntura, como una tarea permanente y activa de cada uno de los sectores. Los llamados irresponsables, voluntaristas y coyunturales se agotan una vez solucionado aquello para lo que se convocó, en cambio una red solidaria y comprometida perdura a pesar del tiempo, y se hace cada vez más firme en la medida que todos contribuyamos a ella.

El problema de la violencia no es nuevo en la facultad, y cada vez que existe un exceso, de las fuerzas represivas o de los manifestantes, volvemos a conversar del tema, lo grave es que sólo se conversa a vox populi en esas circunstancias, no existe una reflexión profunda que ayude a comprender el fenómeno, y menos aun, una solución construida por la comunidad que no implique la utilización de más violencia. Más aun, existe una incomprensión tremenda de aquellos que la ejercen, prefiriendo para ellos epítetos y anatemas en vez de un análisis global y contextual. Lo que digo ahora no es un absurdo pensando a quienes va dirigida ésta, o sea, a intelectuales, humanistas y cientistas sociales, que se dedican a realizar este tipo de labor, pero que no ven una posibilidad de comprensión de los fenómenos coetáneos, es mejor evadirse en las abstracciones metafísicas que en los procesos concretos que nos rodean, es más neutral analizar la violencia durante periodos lejanos de la historia nacional e internacional en vez de construir categorías y propuestas sobre lo que nos rodea.

Las soluciones a este problema es necesario que las empecemos a construir, entre todos y de largo plazo, y evitemos los llamados irresponsables que sólo ponen en riesgo al estudiantado, no se dejen convencer por aquellos que tienen su plataforma en la universidad basado en prácticas contra los movimientos sociales, como el señor Matus que con la excusa de la democracia quiere construir poderes fácticos que atenten contra la dignidad, que en nada ayuda y sólo sirve para generar más animadversión, y sobre todo, construyamos una comunidad activa que no sólo responda a estas situaciones, si no que se comprometa, que mucho falta de eso, en la defensa de nuestra universidad, de la educación pública, de la calidad de enseñanza, de la situación de los trabajadores de la universidad, que sea solidaria, comprensiva y analítica, que proponga en vez de reaccionar, que construya y no sea sólo el grito neurótico, en buenas cuentas, que recuperemos la universidad para los intereses superiores en los que fue concebida, una universidad al servicio del pueblo de Chile.

Daniel Cerpa Gaete.
Estudiante de Magister en Historia de Chile.

1 comentario:

PINOCHET HA MUERTO!!!! dijo...

y este ke se cree, el weon está acusado de sapo y ahora sale defendiendo capuchas ¿se quedó sin pega? jajaja