miércoles, 29 de noviembre de 2006

Para que el mal triunfe, basta que la gente buena guarde silencio

















"Violenta manifestación termina con 1.200 libros históricos quemados en campus de la U. de Chile
La Tercera. Fecha edición: 29/11/2006 21:43

La Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, ubicada en Avenida Grecia con Los Presidentes (Capitán Ignacio Carrera Pinto), en la comuna de Ñuñoa, vivió el martes su día de furia.
Aprovechando una manifestación en apoyo de la liberación de los presos políticos mapuches, un grupo no precisado de encapuchados irrumpió en el Campus Juan Gómez Millas y procedió a sacar un número aproximado de 1.200 libros de la biblioteca central, que había sido inaugurada hace pocos días, para posteriormente quemarlos, a vista y paciencia de más de un centenar de curiosos congregados en un parque aledaño al recinto universitario. Se trata de una colección patrimonial perteneciente a la Casa de Bello donada por Mariano Latorre y otros personajes públicos ligador al mundo de la cultura.

Los incidentes se iniciaron pasadas las 17 horas, pero tuvieron su peak de violencia una hora después. Carabineros de Fuerzas Especiales cortó el tránsito vehicular en Avenida Grecia, en el trayecto que va desde Juan Moya por el oriente hasta José Pedro Alessandri por el poniente.
Las autoridades universitarias lamentaron la actitud vandálica de quienes, aseguran, no podrían ser estudiantes de dicha casa de estudios superiores, y anunciaron que interpondrán una querella criminal contra quienes resulten responsables".

Es difícil agregar algo más. La rabia, pero antes que nada, la pena. Nuestros libros, algunos irreemplazables, salvados del saqueo realizado a la Universidad en 1980, transportados con delicadeza por funcionarios y académicos, donados en colecciones especiales por insignes intelectuales chilenos, reflejos de tuestra preciosa diversidad cultural, han sido víctimas del peor salvajismo, algo que sólo una Dictadura impune como la de Pinochet se había atrevido hacer en toda nuestra historia republicana. Nuestro libros, que nunca han sido sólo libros, sino más bien testimonio de generaciones, acumulación de dignidad y de entereza para seguir luchando por una Universidad al servicio de Chile y su pueblo. Un sabor amargo y espeso me inunda. Pienso en el incendio y saqueo de la Biblioteca de Alejandría en el año 367 dc. a manos de fanáticos, en aquel personaje de Umberto Eco, William de Baskerville, que no puede decidir que libros salvar -porque todos son únicos- cuando las llamas desbordan a inicios del siglo XII aquella abadía al norte de Italia, en los libros que en Farenheit 451 son recitados de memoria dado que la sociedad ha decidido quemarlos. No puedo evitar pensar en la barbarie nazi, las flamas que se alimentan de Einstein, Hermingway, Helen Keller, Freud, Brecht, Kafka, Mayakovski, Mann y muchos otros. Es imposible no evocar con sobresalto las piras en que la Inquisición mezclaba personas, efigies y libros.

Y sin embargo, lo más absurdo de todo esto, es que ni siquiera ese patrimonio ha sido destruído con el propósito de desterrar las ideas allí contenidas. La barbarie ha sido cometida por ágrafos de civismo, apenas inaugurada la nueva biblioteca que albergaría dignamente estos tesoros. Pero no nos engañemos. Es la recompensa a nuestra permisividad, a la ausencia de barreras éticas; es la respuesta a nuestras ambigüedades, el premio a nuestra reticencia en imponer democráticamente reglas mínimas de convivencia universitaria, que regulen la legitimidad de los medios usados en las movilizaciones y en las situaciones de conflicto.

Es tranquilizador suponer que es posible que hayamos llegado al fondo y sea imposible caer más bajo. Desgraciadamente, si la comunidad no se pronuncia, no comienza a ejercitar una decidida condena y repudio a quienes participan directamente en canalladas como éstas o las encubren solapadamente, y no construye una estructura de reglas de convivencia democráticas, nada hace suponer que no nos mantengamos en ese fondo o, peor aún, sigamos cayendo como institución y como comunidad. El tiempo se va agotando.

Mario Matus González
Centro de Estudios Judaicos
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile

15 comentarios:

Facultad Filosofia y Hdes dijo...

Desde que acabó la dictadura, muchos académicos han (o hemos) considerado que tomar medidas drásticas contra estos individuos, que no saben confrontarse con un lenguaje propio del pensamiento, implicaría un gran "desgaste político", digamos que podría "quemar" políticamente a quien se pronunciara con eficiencia. Creo que si tras un hecho de esta gravedad no somos capaces de aunar criterios claros, y asumir medidas realmente ÚTILES y EFICIENTES -por duras que sean-, estaremos demostrando falta de compromiso con nuestra universidad, con sus objetivos de diversidad cultural y social, con su patrimonio y con sus valores: aquellos valores que precisamente nosotros debemos transmitir y enseñar con ejemplos, además de una evidente mediocridad y pusilanimidad de carácter.
Profa. Raïssa Kordic R.

akueducto dijo...

estoy de acuerdo.Pienso que esto no puede seguir asi,si se protesta, ok bien, cada ubo es responsable de lo que hace y porque lo hace,pero el hecho de afectar afectar a los demás en algo tan tonto y estúpido como quemar libros para hacer una barricada, hace que esos personajes, supuestamente "concientes" por lo que pasa en el país y los que sacan la voz por los oprimidas, en realidad son un grupo de sujetos con rabia interna y que quieren desquitarse de alguna manera.
si de verdad se quiere demostrar algo, no haces algo tan horrendo, puta no se como lo que paso.
Estudio en filosofia y de verdad me apena y me da mucha rabia lo que paso.
Lo peor es la impotencia.

Manne dijo...

Profesor, me interesa mucho sus mails acerca de lo que ocurre en la facultad con respecto a los encapuchados y por supuesto concuerdo con su opinion. Se que ya se acaba el año, pero lo sucedido ya excede todo nivel de una persona civilizada, lo que me causa mucha rabia y pena al ver que se perdio tanto material irrecuperable. Me gustaria que si algo podemos hacer como alumnos haga saberlo porque aveces yo personalmente me siento de manos cruzadas al ver todo lo que sucede.
Dejo mi nombre y carrera, para cualquier cosa, si necesita el apoyo de alumnos sepa que por lo menos hay una persona y de seguro que hay muchos mas, eso lo puedo asegurar, pero no se animan ha hacerlo publicamente o simplemente no sabemos que hacer.

Marianne Sanchez Pfeiffer
Licenciatura Lengua y literatura Inglesa.

gaston jara dijo...

Estoy absolutamente de acuerdo con lo que se ha planteado. Creo que debemos perder nuestro miedo y demostrar que la discusion, el pensamiento y las ideas pueden mas que la osadia, irresponsabilidad y barbarie demostrada en esta accion irresponsable e ironicamente centrada en nuestra facultad, que profundo dolor para quienes somos admiradores de la trayectoria y fortaleza cultural de nuestra Universidad y particularmente de nuestra facultad. Debemos convocar(nos)a un gran acto de desagravio cultural en que nos encontremos y dialoguemos los que somos mayoria. Asumamos nuestro liderazgo. Prof. Gaston Jara

Unknown dijo...

Adjunto la declaración de la Escuela de Postgrado, dirigida a los alumnos y profesores condenando lo ocurrido y solicitando que la comunidad universitaria se pronuncie.


A LA COMUNIDAD DE ACADÉMICOS Y ESTUDIANTES DE POSTGRADO DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES




El día de ayer, 28 de noviembre, se produjo una nueva manifestación violenta iniciada -desde las 18 hrs-, por un grupo de encapuchados. Esta acción se suma a varias otras que se vienen realizando desde los últimos meses y que han afectado gravemente las actividades que realizamos como Facultad y, en especial, como Escuela de Postgrado.

La de ayer, sin embargo, no fue solo una manifestación violenta más, en la cual un grupo de manifestantes se enfrenta a Carabineros. Como parte de la misma, unos encapuchados penetraron subrepticiamente en una de las bodegas de la Biblioteca de la Facultad, rompiendo una puerta, para robar aproximadamente más de 1.000 libros que estaban en proceso de reordenamiento en las nuevas dependencias de la Biblioteca. Esos libros fueron metidos en bolsas plásticas de basura y, como descubrieron posteriormente y con horror algunos de nuestros alumnos y profesores, fueron usadas para encender barricadas en Avenida Grecia. Ayer fueron robados y quemados más de mil libros en una hoguera desatinada. De los restos que pudieron ser rescatados, se advierte que muchos de esos libros formaban parte de colecciones patrimoniales de la Universidad y, por consiguiente, del país.

Se produjeron así tres actos que, como escuela de Postgrado, queremos denunciar y rechazar ante toda la comunidad universitaria:


a) una manifestación violenta, ajena a nuestra Facultad, que va en contra de todas las formas de convivencia universitaria, que es ajena a todo lo que hemos logrado construir como espacio de pensamiento, de crítica y discusión;
b) un robo, una acción delictual que además dañó de manera irreversible parte del patrimonio cultural del país, custodiado por la Universidad
c) una atrocidad, puesto que al quemar esos libros, los encapuchados cometieron un acto que no había ocurrido en nuestra historia universitaria y que solo tuvo lugar en Chile en los años más negros de la Dictadura.


Quiero informar a nuestros académicos y estudiantes que, frente a esto, las autoridades de la Facultad han reaccionado enérgicamente, iniciando los sumarios correspondientes y solicitando a las autoridades del campus y al señor rector, que se adopten las medidas necesarias para evitar que actos como estos vuelvan a ocurrir. También se ha informado ampliamente a la prensa.




Sin embargo, me parece que esas respuestas pueden ser insuficientes si no reaccionamos además, como comunidad universitaria, si no rechazamos y denunciamos este tipo de actos de manera personal, como alumnas y alumnos de postgrado, como profesores y profesoras del mismo. Es por eso que quiero expresarles que las puertas de la Escuela de Postgrado, de mi oficina y las direcciones de casillas de cada uno de nosotros están abiertas para recibir sus opiniones, para construir un espacio colectivo en el que nos podamos pronunciar para rechazar y denunciar este tipo de acciones, como ya lo han hecho algunas profesoras y alumnas y alumnos. En la medida que seamos capaces de hacer público un rechazo colectivo estas actitudes tendrán menos posibilidades de ocurrencia.


Santiago, Campus Juan Gómez Millas, 29 de noviembre de 2006








Prof. José Luis Martínez C.
Director
Escuela de Postgrado
postgrad@uchile.cl

Facultad Filosofia y Hdes dijo...

Yo estudié en la Facultad de Filosofía y Humanidades y siento, como cualquier estudiante de esa facultad, una enorme indignación por la cobarde e incomprensible acción de estos estúpidos.
Como tú mismo indicas, ya no podemos caer más bajo como facultad, como organización de alumnos, en fin, todo lo que implica el concepto universidad. Espero que este hecho marque un antes y un después en la organización universitaria a todo nivel.

Facultad Filosofia y Hdes dijo...

Me dirijo a tod@s ustedes, luego de saber la horrible noticia que ha afectado a la Biblioteca Eugenio Pereira Salas, de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
Impotencia, rabia, dolor y pena invade mi interior, pues soy en
parte responsable de esta situación acaecida. Sí, pues muchos
estudiantes no hemos hecho nada para combatir las irregularidades
que se desarrollan en dicha facultad. Por mi parte, puedo decir que traté de hacer algo: el año 2002 participé activamente como delegada de curso en las reuniones del Centro General de Representantes (CGR), para gestionar algunos cambios. Lamentablemente esta acción
fue una perdida de tiempo, pues nuestra posición (eramos unos 5 ó 6 con una postura distinta al CGR) era minoritaria frente a los
organizadores de esta "entidad". Sólo logramos burlas y
persecusiones por pensar distinto, a pesar de que éramos los
representantes de un pensamiento que abarca a la mayoría de los
estudiantes de esa facultad.
Así son las cosas en esa facultad, no tenemos Centro de Alumnos al
cual acudir en situaciones problemáticas, porque un grupo
minoritario a impuesto un sistema de "Democracia Directa", en donde
el que no participa con sus asistencia (sea por el motivo que sea)queda marginado de cualquier decisión que se pueda tomar.
Encuentro el colmo, y siempre ha sido esa mi postura, que
estudiantes de esa facultad, estando en contra de muchas medidas tomadas en las reuniones de CGR, no se den la "lata" de asistir a una de éstas, para generar un mínimo cambio. Lo sé, aburre tanta demagogia, discurso barato, y estrechez de mente; yo me aburrí mientas fui delegada. Pero somos nosotros los que podemos parar situaciones como las ocurridas antes de ayer: los estudiantes debemos ir en masa a parar este tipo de organización que sólo promueve acciones vandálicas como la quema de 1.200 libros.
Como estudiante de Postgrado, siento la obligación de hacer algo
ante esta situación. Es una lástima que haya tenido que ocurrir una situación como ésta para tomar cartas en el asunto. Pero si no, ¿qué vendrá después?, ¿la quema de un profesor o estudiante?.
¿Por qué les escribo esto?, porque considero que como actuales
alumnos (algunos ex-alumnos) de esta casa universitaria, no podemos seguir con la actitud pasiva que siempre nos ha caracterizado. Es por eso que los invito a repudiar este tipo de actos vandálicos, como a participar activamente en acciones que puedan "combatir" a
estos delicuentes que ni siquieran son estudiantes de esta casa de
estudio.
¡Por favor basta de pasividad!, dejemos de ser la generación "No
estoy ni ahí", y aprendamos algo de los actuales secundarios,
quienes nos han dado el ejemplo con su movimiento.

Cristina Valdivia L.
Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica,
Alumna del Magíster en Literatura.

Facultad Filosofia y Hdes dijo...

Me siento realmente apenada por la noticia, soy estudiante de licenciatura en historia, por lo mismo he visto pasivamente el accionar de los encapuchados muchas veces.
Somos responsable de lo sucedido porque no hemos hecho nada por impedir este tipo de actos, incluso los hemos apoyado en las inumerables veces que han ocurrido acontecimientos tan terribles como estos, como cuando entraron carabineros y golpearon funcionarios de la misma biblioteca, cuando han tomado detenidos a compañeros que nos consta que son inocentes, cuando se han tenido noticias de la existencia de pistolas y disparos hechos desde la facultad. No nos hagamos los desentendidos, no es primera vez que ocurren hechos de violencia en nuestra facultad por la presencia de encapuchados, ha ocurrido muchas veces, sólo en los años que yo he estado en la universidad. creo que lo impactante de esta ocasion es que este hecho afecto a toda la comunidad universitaria, pero cuando han ocurrido hechos de este estilo antes nos hemos hecho los ciegos y sordos, es mas hemos celebrado las victorias de los encapuchados frente a carabineros, con lo que hemos legitimando su estadía y permanencia acá.
Espero que esta vez no sigamos justificando y defendiendo su accionar y tomemos medidas concretas para evitar que algo así vuelva a suceder. Espero que este hecho no pase simplemente a formar parte de la lista de hechos de violencia que ocurren en nuestra facultad al alero de estos grupos, y sigamos de manos cruzadas y al mismo tiempo sintiéndonos impotentes.
Anicia Muñoz.

Horacio Lira dijo...

Se dice por ahì que hay un tal Matus se las da de académico e historiador, pero se le olvida que para que haya bárbaros tiene que haber civlización. Nuestra meritocrática casa de estudios está llena de profesores muy poco rigurosos y algunos -como Matus- francamente ignorantes, que fomentan la marginalización de los pobres, porque prefieren ocultar que para poder conservar su misérrima prerrogativa de élite de medio pelo hay que tener a otros haciendo la pega que ellos no saben hacer: procurarse los porotos para seguir viviendo. Aristóteles es el primero que atisba la necesidad de que los esclavos sean supervisados por capataces para que la gente "bien" pueda regentar los negocios del estado y dedicarse a filosofar. El problema es que cuando la gente que se cree bien no son más que una tropa de cretinos y picantes ensoberbecidos en un mundillo institucional que poco o nada aporta a un genuino crecimiento espiritual de la comunidad que los mantiene, la rebelión tarde o temprano estalla. Los patos malos que quemaron 1.200 libros ayer son un grupo de tristes resentidos que no constituyen peligro alguno para nadie razonablemente inteligente. Los patos malos que han destruido esta universidad, en cambio, son un grave peligro para la sociedad entera, pues sus conductas oscurantistas disfrazadas de erudición y racionalidad no son más que su solapada manera de coadyuvar a la liquidación de la educación que desde hace 17 largos años vienen perpetrando la camarilla que administra -con criterios de gerente de banco, por cierto- las políticas públicas del país, y de la que nuestros "civilizados" docentes y autoridades no son más que unos brutos paniaguados, residuo epigonal de aquella canalla dorada de la que hablaba Huidobro, y tan bien puesta al desnudo por Edwards Bello en toda su pulcra vulgaridad.
Ustedes señores, no son menos bárbaros que los oscurantistas que queman libros. Ustedes sólo administran la barbarie para seguir detentando cuotas de poder por las que ninguna persona respetable y que se respete a sí misma vendería sus convicciones. Ustedes son unos bárbaros, con apellidos rancios algunos, como el señor Vicedecano, picantes otros como el señor Decano, pero todos tienen algo en común: administran a su amaño un poder que no les viene de sus méritos, como insistentemente afirma Monsieur Subercaseaux, sino de prebendas institucionales y prerrogativas estatutarias de espúreo origen. Si tuviese un poco más de decoro, no hubiese debido seguir en el desempeño de su alto cargo alguien que se haya CONDENADO por abusos deshonestos. Por cosas mucho menos menos turbias, el infrascrito debió pasar dos años y medio en la cárcel, y a veinte años de dictada la condena, todavía nadie le da trabajo por "terrorista". Méritos tenía su antepasado o pariente don Benjamín, pero también tenía más modestia; su libro es un clásico. En cambio,la paráfrasis abusiva que usó el señor Vicedecano para titular a su opúsculo basura, no sirvió para salvarlo de las polillas. Debo ser uno de los poquísimos que lo leyó.

Los académicos verdaderamente meritorios en esta facultad no pasan de ser un puñado: don Héctor Carvallo, don Zvonimir Martinic, don Luis Vitale, don Sergio Villalobos, doña Alejandra Araya, don José Luis Martínez y tal vez algunos más cuyo nombre se me escape ahora, y de lo cual pido excusas por anticipado. El resto son una tropa de patanes, y por eso es que arman este escándalo cuando otra tropa de patanes que tampoco le han ganado a nadie, cometen un delito de lesa dignidad.
Debo ser el estudiante que mejor domina las doctrinas de Carlos Marx en esta universidad, pero sigo confinado a mi casa y sus alrededores. ¿Para qué queremos a ese conflictivo de Lira si tenemos a Enriquito Sáez que ni siquiera lee las tesis que guía y pone sietes a discreción? Este es un hecho de la causa, señores, denunciado oportunamente por el suscrito, y del que nadie jamás se ha hecho cargo. Pero se halla en perfecta consonancia con las palabras del Sr. Vicedecano, quien en una de sus tantas deposiciones ante el estudiantado por allá por el 2001 señaló: "¿Pero de qué se quejan?, ¡si les estamos dando el doctorado en bandeja!". ¿Y que pasó con los "méritos" Herr Subercaseaux Sommerhoff? (¿pariente de la cónyuge del ex ministro Javier Etcheberry, o pura casualidad?).

¿Por qué los charlatanes no trabajan en su reducto natural que es la feria libre? Para qué, dirán algunos, si acá pueden ser igualmente vulgares y ganar mucho más dinero sin siquiera tener que levantarse temprano.

Cristián Cisternas A. dijo...

Amigos:

Veo que seguimos moviéndonos en círculos. Unos despotrican contra las autoridades y el sistema, con curiosos argumentos; otros niegan a priori (¿cómo saben?) que los responsables de la quema de libros sean alumnos de nuestra universidad. La mayoría reconoce dejación, anomia y apatía frente a hechos que se vienen arrastrando durante años. Lo que yo veo es que, en una sociedad en que hasta la minoría más castigada, si se organiza, puede ser escuchada y alcanza logros, la gran mayoría de estudiantes, académicos y funcionarios todavía está desorganizada. Permanecemos divididos, compartimentalizados, agremiados. Nos hemos dejado atrapar por un sistema que se impone dividiendo la integralidad de nuestra vida. Para más remate, hay entre nosotros grupos muy interesados en poner al académico contra el alumno, al alumno contra el funcionario, en una especie de lucha de clase contra clase. Por último, hay una enorme presión, por parte de grupos de opinión intelectual, en contra de cualquier discurso que pueda sonar a discriminación, machismo, racismo, etc. La consecuencia final de todo esto es la autocensura, la autoinculpación, la mala consciencia por ser humanistas burgueses y no sabernos de memoria las instrucciones para armar un fusil Kalashnikov.
Amigos, creo que todos queremos un Campus seguro y democrático, una universidad solidaria y servicial, un mejor sistema para vivir, mejor que este en el que nos desempeñamos. Pero legitimando la violencia o lamentándonos en solitario, no llegaremos muy lejos. Ojalá alguien tome la iniciativa de organizar un acto comunitario de desagravio y reflexión; urge también que superemos nuestro medio a disentir, a encarar a los responsables de la violencia, el descrédito y la odiosidad. Si no, yo veo venir tiempos muy oscuros para nuestra Universidad.

Cristián Cisternas A.
Dpto. de Literatura.

Tierra de Musas dijo...

Manifiesto junto a mis colegas y alumn@s concientes de esta malherida Facultad de Filosofía y Humanidades, mi repudio y el profundo dolor que me han causado estos hechos. El daño patrimonial no puede superarse si quiera con la propuesta de donar nuevos libros. ¡Basta de conductas anómicas e incluso aporéticas!. Ya no vale siquiera alegar a través de este espacio. Se deben emprender acciones concretas para resguardar nuestra comunidad. Claro... primero hay que sentirse miembro de ésta. Las raíces son muy profundas y, la verdad, es que tod@s somos en parte culpables de lo que ha sucedido. Si se requiere de apoyos reales, vayamos a la médula del cuento. Cuenten conmigo para ello. Un abrazo para tod@s. Prof. Estela Ayala.

ber dijo...
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Anónimo dijo...

Realmente la noticia es muy triste.
Recuerdo mis años de estudiante, cuando terminaba la carrera de literatura, y la facultad bajaba por primer año a macul.
Si nos hubiéramos quedado en la reina, está claro, nada de esto hubiera pasado. En aquellos cerros adonde nunca llegaban los pacos, así la calle estuviera cortada una hora.
El estudiante vivía sus momentos de fantasía tomándose la avenida larraín, a un costado de la academia de guerra, desde donde se dirigen los golpes de estado en este país. Los centinelas miraban con escasa curiosidad, perdidos a la distancia, entre los queltehues.
Si nos hubiésemos quedado en la reina, seguiríamos mirando los atardeceres y los aviones aterrizando en el aeródromo de tobalaba. Tendríamos totem aún. Pero así es el progreso de las mayorías.
Voté en contra.

Entonces una de las cosas que más me inquietaba era la literatura chilena. La leía afanosamente y recorría las viejas librerías reconstruyendo la estela de nascimentos y zigzag y orbes, colección la honda y demases. Hasta la crítica me interesaba en mi arqueología: latcham, montenegro.
Era inevitable que un buen día me interesara el siempre despreciado movimiento criollista.
Despreciado en primer término por varios compañeros ensoberbecidos que presumían (y aun presumen, algunos) de poetas. Dudo que hubieran pasado nunca de una primera lectura. ¿Ignorancia? Es un concepto que se puede discutir.

Tras las dificultades iniciales pude disfrutar páginas hermosas en latorre, o en durand.
No fueron escritores considerados en mis fugaces ramos de literatura chilena, sino como un contexto para otras materias Parecían parte de una tradición ya sumergida.

En muchas ocasiones tocaba sacar un libro de la biblioteca para algún ramo y estaba firmado por mariano latorre. Muchas veces dedicado. O bien se lo habían dedicado a él.
Era algo especial.
Se sentía algo de ese hay tierras que uno quisiera estrechar contra su corazón. Estaban allí esos personajes, los que se van.

Como sacar un libro de la colección Ricardo Latcham. Eso fue lo bueno de llegar a macul. Que la colección de Latcham quedó a la vista. Uno podía pasearse por las vitrinas mirando una colección con literatura ordenada por cada uno de los países latinoamericanos. Llenos de novelas y libros de cuentos de las décadas de los 30, de los 40, de los 50. Esa literatura difícil de encontrar –solo en la central de la chile se podía encontrar volúmenes parecidos-: la escuela de Guayaquil, por ejemplo. O literaturas centroamericanas, caribeñas, escasas en otras colecciones.

Sé bien que entre los que de mi generación salían a la calle, esos libros hubieran sido robados, no quemados. Es decir, habrían seguido con vida.
Seguramente hubieran llegado a san diego o al persa, así como a menudo llegan libros de nuestra universidad. Otra manera muy distinta de llegar a la calle. Con vida.

La biblioteca de don Óscar Godoy Reyes también fue robada, al fallecer a los ochentitantos y mientras su cadáver se podría por una semana en su casa de calle Arica 3539. Bibliotecario del INBA y profesor de castellano, recordaba lleno de cariño a su profesor del peda don Mariano (así era como lo llamaba), que entre otras materias le había hecho clase del Quijote.
No sé cómo, hasta se había conseguido un busto de don Mariano, que solía estar sobre el televisor. También a su perro le puso mariano. Aunque es verdad que primero se llamó pablo neruda y después terminó llamándose ven.
Con veneración exclamó ¡Una solapa de Mariano Latorre! cuando le regalé Regresó la sirena, una separata mugrienta de Las uvas y el viento de Neruda que estaba en la casa de mis padres, con palabras de Latorre, en la que con propiedad se llamará solapa.

Don Mariano, uno de nuestros primeros premios nacionales. Don Óscar decía que todos los primeros premios nacionales eran muy recomendables de leer.
Mapu se llama uno de sus libros, si no me equivoco (no confirmaré las citas eruditas, disculpen la falta de ánimo y recursos, donde creo recordar relatos indigenistas, es decir, de opresión). ¿O era en Tierra de mallines?
Latorre se preguntaba por qué en Chile no había surgido una tradición de literatura indigenista importante. Y esbozaba una respuesta.
Bueno, nada de eso está definitivamente quemado, así que se puede consultar en sus memorias y otras confidencias. Así tal vez, felizmente, se podría evitar otro acto de ignorancia.

A veces encuentro un libro de don Oscar en San Diego.

¿Será que la violencia se apareja con la ignorancia? Matar a un judío, esa idea, así en abstracto, creo que no estará en el horizonte de alguien que haya aprendido algo de hebreo o de su cultura. Matar a un palestino tampoco será idea de alguien que haya conocido su lengua, o su cultura (¿No habrán quemado alguna gramática mapuche, también? Tal vez varias).
Tirarle una piedra a un paco. Bueno ¿y después de haber leído Chicago chico?
Hay estereotipos. ¿Ignorancia?

Es verdad que a los 17 yo andaba pensando en quemar el archivo nacional, valga la autocrítica. Claro, pero si solo dejan entrar desde los 18 y hay que ser investigador más encima.

Si se hiciera un acto de desagravio, yo iría para leer al público presente El Finadito o bien el primer relato de la Isla de los Pájaros, de don Mariano. No son nada breves, pero son buena literatura, a mi parecer. Aunque sus libros nunca se hayan puesto de moda.

Dice un profesor, al que considero mi amigo, que la universidad no es ni más ni menos que el resto de la sociedad. Es exactamente igual a ella. Contiene todos sus vicios y virtudes. Así es sin duda. No hay nada de ideal en ella. Se constata a diario.

Bueno, Mario. De los años ochenta, te recuerdo como uno de los dirigentes estudiantiles decentes. Que fueron pocos.
Todo mi respeto y un saludo, a la distancia.

Mauricio Fuenzalida
Departamento de Lingüística

ber dijo...
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Pablo Salvador dijo...

Verguenza total, en todo caso no me extraño tanto que energumenos en ese campus nunca han faltado.